Jesús de Nazareth, expresó a sus discípulos: “Están en el mundo, pero ya no son del mundo.” El Maestro propone una dualidad entre – el modo de estar en el mundo del discípulo y su ser interior – pues se encuentra en este mundo que hemos creado con el poder de la mente lleno de instituciones, mercado, política, religiones, etc; pero se refiere al estar en. Por otro lado, también les quiere hacer caer en cuenta que su SER debe estar en el REINO del espíritu, de la conciencia en donde la contingencia no tiene poder. Esta frase está en concordancia con la pronunciada ante Pilatos: “Mi Reino no es de este mundo.”Entonces propone a sus discípulos y a nosotros una clara distinción entre el mundo creado por la mente sujeto a nuestra racionalidad, circunstancias, decisiones, intereses, etc y el mundo de donde él proviene, ese mundo que es como un grano de mostaza, el reino interior, ese lugar en donde todo hombre y mujer es comunión y unidad.
Estar en el mundo, hace parte de la contingencia, del espacio, el tiempo, las instituciones, etc; pero – SER – es distinto, todo aquel que despierta ya no es del mundo, aunque viva en él, todo aquel que nace de nuevo está en el mundo, pero no es del mundo, todo aquel que pasa por el ojo de la aguja es distinto del mundo. Quien desea ser discípulo experimenta esa dualidad, esa lucha interior, un descontento interior que lo lleva a BUSCAR primero fuera DE EL, entonces se refugia en filosofías, costumbres, creencias, religiones, meditaciones, teologías, etc; pero es solo cuando hace ese viaje a su interior en donde habita Dios, cuando puede saberse así mismo como yo soy. El santo de Hipona lo expresó bellamente diciendo: Tarde te conocí, te busqué en todos lados, pero te he descubierto en mí. Estar en el mundo, es estar sujeto a las circunstancias, a la indeterminación de la mente y sus juegos, sus caprichos, sus roles creados para dar la ilusión de esa falsa realidad. Pero para ser en el sentido que lo expresa el Maestro, es haber despertado, es haber nacido de nuevo, es haber sido bautizado con fuego que arde dentro de nosotros. Sin embargo, la existencia es dualidad entre lo que soy y el modo de estar en el mundo.
Por todo esto y más, Jesús expresa: mi paz no es como la da el mundo, y también dijo: yo no he venido a traer paz a la tierra.La paz que se alcanza una vez se ha despertado es totalmente distinta a la paz que se pretende desde los oficios de la mente. Jesús no vino a traer ese tipo de paz que la hermandad de las religiones, partidos políticos y filosofías altruistas desean para el mundo, NO. La paz de Jesús es el producto de la muerte y la resurrección, es decir nacer de nuevo. Por esta razón, la paz del Cristo es violencia interior, es morir a sí mismo, es renuncia a lo que somos en el sentido de lo que hemos construido históricamente con la mente. Una vez morimos, descubrimos una nueva naturaleza que no puede ser fácilmente nombrada con el lenguaje de la mente y que Jesús quiere explicar a través de las parábolas.
El profeta Isaías habla del mesías, como mensajero de la paz, pero su paz no es una reconciliación de todas las naciones y los hombres. No es vivir esa paz de la que hablan los textos de los acuerdos, NO, es una paz que trasciende el lenguaje, los acuerdos, los intereses, los beneficios, etc. Jesús, el maestro, SÍ es el mensajero de paz, pero su paz no es como la da el mundo, porque su reino no es de este mundo y porque él no ha venido para darnos ese tipo de paz.
Entonces ¿por qué oramos por la paz del mundo? ¿Tiene algún sentido orar por la paz del mundo? ¿habrá paz algún día en el mundo?Lo que expresamos es un deseo de buena voluntad, es un anhelo ante lo que se experimenta en el mundo que nosotros los seres humanos hemos creado con la mente… pero esa paz por la que estamos orando no es la que Jesús quiere que alcancemos. La paz de Cristo sobrepasa esa verdad racional de fraternidad ética y moral, la paz que el Maestro desea que alcancemos se logra atravesando el ojo de la aguja, naciendo de nuevo, despertando. Es la paz del reino de los cielos, no del reino del mundo. Para alcanzar la paz de la que habla Jesús, no existe presupuesto económico, agentes de pastoral social, representantes de buena voluntad de los países, no es de las naciones unidas que entre otras desean persuadir acerca de la paz armando a otro país para que se defienda. Por ejemplo, más de 40 años en un plan Colombia buscando la paz de las regiones creando más muerte y destrucción. Totalmente una evidencia de la irracionalidad concreta del ejercicio de una paz fabricada con intereses del mismo hombre.
En conclusión, cualquiera de nosotros que desee la paz de Cristo, entonces debe morir, cargar su cruz y seguirlo, pero NO en ese sentido vocacional y religioso, sino en el hecho de entrar al mundo del espíritu en donde sólo Dios es quien habita y nosotros junto con Él somo unidad…MI PADRE Y YO SOMOS UNO… En este sentido, quienes trabajan por la paz del mundo buscan aplicar un modelo ético y moral, unas coincidencias de tolerancia de acuerdo con los derechos civiles y democráticos, de unos deberes como miembros de la comunidad humana. Esta paz en ese sentido es necesaria para la vida del mundo creado por la mente, más la PAZ QUE SOBREPASA TODA REALIDAD Y TODO ENTENDIMIENTO solo es producto de una EXPERIENCIA INTERIOR…UN DARNOS CUENTA DEL REINO DE LOS CIELOS QUE HABITA DENTRO DE NOSOTROS, ES NACER DE NUEVO…DESPERTAR…..