La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
En los escritos de los evangelios, se nos presenta una escena en donde Jesús después de su resurrección ofrece y da la paz a los apóstoles. Esta paz de la que se expresa el texto solo puede ser fruto del acto de la resurrección, la experiencia de un nuevo nacimiento, no es la paz de la que se discute en los acuerdos políticos que está a merced de las consideraciones ideológicas de partidos y la acción mediática de comunicadores. La paz del RESUCITADO sólo se alcanza en la comunión con el Espíritu de Dios.
Estos diálogos de paz como la ofrece el mundo fracasan porque quienes la promueven, aún no han nacido de nuevo, todavía están dormidos, no han entendido que se debe pasar primero por un acontecimiento de muerte, de cruz para que se pueda DAR Y ENTREGAR una paz fruto de la resurrección.
NO PUEDE UN CIEGO GUIAR A OTRO ciego, no puede un dormido hablar de la paz del resucitado, porque aún no ha despertado, porque todavía no ha nacido de nuevo, porque aún no atraviesa el ojo de la aguja que conduce al Reino de los Cielos.
La paz que se intenta construir en este mundo, es necesaria pero frágil; una paz sujeta a las circunstancias electorales, atrapada entre las ideologías de los partidos de gobierno y las conveniencias económicas. Es una paz que se intenta construir con falsos testimonios, acusaciones mal intencionadas, con mentiras que desfiguran su rostro y con otras situaciones que continuamente crean más divisiones y no la UNIDADque trae la paz cuando nace de un espíritu que ha contemplado al CRISTO en su propia vida….
Para dar de la paz que ofrece el texto del evangelio y que expresa el Maestro de galilea, se debe experimentar la muerte, es decir extirpar y si es necesario amputar las ideologías, creencias y paradigmas que se han enraizado en la cultura, que han echado raíces y que continúan entorpeciendo un nuevo nacimiento. Se debe mostrar las señales de quien ha muerto, sus manos traspasadas que significa que debemos examinar lo que hacemos diariamente, los pies lastimados como señal del recorrido que hemos emprendido como sonámbulos en la oscuridad, pies traspasados que expresan hacia donde nos hemos dirigidos como pueblo, nación y país. También como sociedad debemos mostrar el costado, para que se vean las evidencias de una transformación de nuestras emociones, de lo que realmente debe impulsar nuestra voluntad…. solo así nace el Cristo, sólo así se construye una paz distinta, no como la ofrece el mundo, sino aquella fruto de la muerte y la resurrección interior que luego como luz ilumina el camino de otros.
La paz del Cristo, que podemos ser cada uno de nosotros como: Alter Crhistus” exige estar desnudos en la cruz, expuestos, solos, como olvidados, exige ser escándalo, es volver a contemplar una existencia de abandono, sin posesiones de ideas, creencias o paradigmas que han forjado la historia que hoy tenemos. Es renunciar a las formas de pensar lo público colectivamente como lo hemos estado haciendo para dejarnos conducir del Espíritu que solo cuando cerramos la puerta puede contemplarse, que sólo en lo secreto es posible descubrir, escuchar y seguir….
Por todo esto, se requiere de líderes despiertos,de agentes de transformación que hayan nacido de nuevo, de estar resucitados como cultura, como nación, para que se pueda ofrecer una paz distinta no como la ofrece el mundo, sino una tan fuerte que sobrepase las tribulaciones, las traiciones, una paz que puede vencer en donde el intelecto de los hombres fracasa; una PAZ fruto de un despertar interioren donde las circunstancias son superadas por una claridad consciente, una paz que no puede arrebatar el mundo, las ideologías políticas, los paradigmas que se han enquistado en la cultura.
Con todo esto en nuestra nación existe un descontento interior en cada ciudadano, un malestar casi generalizado una conmoción interna que es el inicio de quien desea despertar, pero frágil al mismo tiempo porque puede ser manipulado. Por esa razón, ese descontento interior debe conducirnos al DARNOS CUENTA… ¿darnos cuenta de qué? de que nuestras formas históricas de pensar nos han conducido a un estilo de existencia paupérrima, miserable, infeliz…darnos cuenta de que las creencias subconscientes han generado una cultura violenta que es la antítesis de una expresión religiosa mayoritaria pero farisaica….
En conclusión, la paz del resucitado es distinta, es una paz auténtica que se puede experimentar cuando despertamos en nuestro interior, cuando percibimos un nuevo nacimiento espiritual no religioso y pagano. Es reconocer que el Reino de los cielos es diferente a las formas de gobierno y acuerdos que el hombre a través de su mente ha creado. Es una PAZ que surge de una metamorfosis que incluye la muerte, la muerte del si mismo que hemos construido colectivamente de forma inconsciente porque estamos dormidos…