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Hay que sacar al diablo de nuestro país…

El maestro compositor Eugino Arellano, compuso un hermoso bambuco titulado: “Hay que sacar el diablo” y dentro de su prosa, nos exhorta a no permanecer indiferente ante las injusticias que se toman el protagonismo de la vida pública. Interrogantes como: ¿Qué se hicieron los hombres que hicieron el bien? ¿qué le estará pasando a nuestro país desde la última vez que yo le canté? – “que suenen explosiones de inteligencia” – Esta bella y sentida composición, nos permite reconocer que la violencia como dinámica social ha caracterizado a nuestra nación, trayendo consigo en todas sus formas exclusión, pobreza, horror y manipulación irracional de los sectores que se nutren de su perpetuo sistema de circulo vicioso y con un aire de eterno retorno profética

En hechos más recientes la composición “Violencia” del maestro José Barros, que sirvió de telón para clausurar los acuerdos de paz durante el gobierno del expresidente Santos, contiene en su naturaleza el clamor de un pueblo que se resiste a tener que aceptar esta situación, como el modus operandi de la realidad colombiana. En particular, reclama diciendo: Violencia, maldita violencia, ¿por qué te empeñas en teñir de sangre la tierra de Dios? ¿por qué no dejas que en el campo nazca nueva floración? Y al comienzo de su estrofa dice:” Oigo un llanto que atraviesa el espacio Para llegar a Dios…”El maestro José Barros al igual que el compositor Euginio Arellano, podían en su saber espiritual y social percibir el estado de indignación de toda una cultura que ve como sus dirigentes y lideres durante décadas, han dejado deteriorar paulatinamente la riqueza de la pluriculturalidad, para hacer de nuestra nación un remanso de libertad, orden y justicia.

En las narraciones atemporales del libro del génesis, encontramos una expresión que el hagiógrafo coloca en los labios de Dios al reclamarle a Caín por la muerte de Abel: ¿qué has hecho? “Se oye la sangre de tu hermano clamar a mi desde el suelo”, y consecuentemente a ello, se expone una maldición que trae ruina sobre ese lugar. Esta es la realidad de no reconocer la vida de quien está a nuestro lado; somos hijos de un mismo suelo que nos ha hecho colombianos, una misma patria, una misma nación, un mismo pueblo. Sin embargo, el diablo, (que significa para la tradición judeo-cristiana – el que divide-) se ha encargado de sembrar la cizaña en los corazones de hermanos, hijos de un mismo Padre. Tres son sus artimañas utilizadas desde el comienzo de los tiempos: la búsqueda desenfrenada del placer, la ambición y el poder; las mismas que enfrentó Jesús en el desierto y de las que sale victorioso porque estaba lleno del Espíritu Santo y era conducido por él, porque se fortaleció mediante la oración en el desierto y porque suprimiendo alimento alguno con el ayuno, pone freno al deseo natural de satisfacer una necesidad vital.

En conclusión, nuestra patria necesita de líderes en todos los frentes que se dejen conducir por el fuego del Espíritu Santo, hombres y mujeres de oración y ayuno, ciudadanos que no demos oportunidad al diablo para dejarnos seducir del placer, el poder y la ambición. Además, debemos hacer ejercicios constantes de decir la verdad, obrar con sana intención del corazón y dejar de buscar la aprobación por temor a ser estigmatizados enemigos en los círculos de pertenencia social. Jesús les reclama en su época a los líderes de la cultura judía con la siguiente expresión:¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra; vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.(Jn. 8, 43-44)Alejemos de nuestros diálogos, propuestas, acuerdos y demás actividades de construcción política y social que camuflen la mentira – seamos defensores de la verdad que edifica al otro, que nos reconcilie, que nos haga hermanos, que nos permita tener las mismas oportunidades y que nos ayude a construir un proyecto de país bendecido y prosperado en toda obra buena.

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