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El poder del descontento interior

“«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24.Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. 25.Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?”

En lo profundo del ser humano, habita un principio de fuerza tan poderoso como la voluntad de la creación que se despierta de forma extraordinaria, cuando se amenazan las condiciones fundamentales de supervivencia, de libertad y conservación de la especie. Este hecho también está conectado con el deseo interior de perfección, bienestar y felicidad. El poder del DESCONTENTO INTERIOR, abre las puertas de las preguntas y con este instrumento revelador se desvelan las inconsistencias de la realidad, que la misma mente ha creado y que en ocasiones, reconociendo su perjuicio, se niega en abandonar.

Todos en momentos específicos de nuestra existencia, hemos experimentado ese sentimiento interior; sucede a menudo cuando somos capaces de detenernos por un momento y dejar que sea el silencio de ese instante, quien formule las preguntas que desnudan los disparates que en ocasiones enfrentamos y de los cuales no estamos conscientes porque vivimos dormidos. Ya el filósofo Heráclito enseñaba en su época que había hombres que parecían despiertos, mientras caminaban dormidos. Un comentario acertado aún para nuestra época después de 2000 años.

Jesús, el Maestro de galilea, dijo a sus oyentes que había venido para traer fuego y deseaba que ardiera dentro de nosotros, como una fuerza transformadora que sólo la unidad con el Espíritu puede ocasionar. Es una fuerza que genera cambios, caos y en ocasiones confusión, pues estamos habituados a una vida tan lineal que descubrir nuestra equivocación, irrumpe hasta hacernos enloquecer.

Recorrer ese camino de fuego, conlleva a negarnos a nosotros mismos, es decir volver a nacer de nuevo, despertar. Ese camino del fuego semejante al de los caminantes de Emaús, despierta hambre y sed de justicia (es decir de alinear nuestras vidas con la voluntad de Dios Padre que actúa en lo secreto). Solo ese fuego puede generar una paz distinta que esté más allá de las condiciones de una cultura que se hace daño a sí misma. Ese mismo fuego irrumpe el parloteo de la cultura que nos engaña y nos lanza a la conquista de lo que nos han dicho que podemos llegar a ser, es decir una construcción del ego que confundimos con el YO SOY legítimo que se desvela con el despertar de la conciencia.

El poder del descontento interior, genera una guerra interna en nosotros mismos, pues al descubrir nuestra verdadera naturaleza oculta, se confronta con la que hemos adquirido, gracias a cada rótulo creado en la experiencia temporal, de la cultura, de la historia y las circunstancias de la mente. Este hecho enciende una luz en nosotros que ilumina a otros y provoca una división con el mundo: Por esta razón, Jesús enseñó a sus discípulos estas palabras: ESTAMOS EN EL MUNDO, PERO YA NO SOMOS DEL MUNDO, ahora pertenecemos al Reino de los Cielos, es decir al reino interior que no está sujeto a los paradigmas de las épocas y sus discusiones, está más allá del bien y el mal; ese es el mundo de donde proviene el mensaje de Jesús el Señor, MI REINO NO ES DE ESTE MUNDOcomento en su diálogo con Pilatos.

Vivir sin estar involucrado de la forma como la mente nos reta a participar, no es una tarea sencilla, exige un verdadero nacimiento. La mente es diversidad y además quiere ser la única en participar de la realidad que ella misma ha creado. La mente se alimenta de ese EGO que suministra constantemente, una especie de adrenalina que acude constantemente, a sus propias creencias y paradigmas que llama la VERDAD. La mente por un tiempo comulga con todas esas cosas que ella crea, pero pronto se aburre de lo mismo y quiere imponer una nueva verdad, una especie de razón evolutiva que satisface su propio ego.

El camino del fuego crea caos y confusión porque revela una situación que la misma mente oculta para que su antifaz no se descubra. El verdadero Maestro te ayuda a morir para que puedas ascender, resucitar, despertar, nacer de nuevo y descubrir el reino de los cielos que está dentro. La presencia de un verdadero maestro es perturbadora, totalmente contradictoria, irreverente y esclarecedora. Ante la presencia del Maestro el discípulo inicia entonces la búsqueda de respuestas, que ya el mundo no puede ofrecerle porque ante sus ojos se ha descubierto un nuevo horizonte, una nueva realidad. El maestro sabe que sólo cuando te animas a llevar la cruz y vivir tu propio proceso de muerte, puedes levantarte como resucitado, y despertar al reino de los cielos que llevas dentro de igual forma como surge el ave fénix de sus cenizas.

En este camino, descubrimos la verdad sobre nosotros mismos, allí sabemos que nuestro yo soy hace parte de un plan, descubrimos también que cuando abandonamos el ego que es un yo soy efímero, ese poder de descontento interior da sus frutos de transformación. La afirmación cartesiana pienso luego existo es válida en el reino de la mente, donde la forma cómo pensamos configura el mundo que deseamos vivir. En el reino de la conciencia es NO PIENSO LUEGO EXISTO, y en el reino del espíritu sería algo así como lo expresado por Pablo: YA NO SOY YO, SINO CRISTO QUIEN VIVE EN MI. La humanidad en un alto porcentaje está sumergida en el reino de la mente, en donde ella gobierna con absoluta soberanía en cada asunto de la existencia. La conciencia como NO MENTE y el espíritu han sido ocultados, pero ya es hora de que por voluntad de fuerza interior abandonemos esas certezas creadas por la mente y demos un paso colectivo a la conciencia en donde no hay divisiones, color, raza, religión y núcleo político, generar una realidad en donde aun estando en el mundo podemos experimentarlo desde el reino interior, el reino de los cielos. Jesús enseño a sus discípulos, En el mundo tendréis tribulaciones, angustia, pero ánimo YO HE VENCIDO AL MUNDO, es decir que este proceso de descontento interior provoca la muerte, caos, cruz; sin embargo, trae consigo la buena nueva de la resurrección, del despertar, de un nuevo nacimiento.

En conclusión, experimentar ese descontento interior conduce al ser humano a un nuevo estado, un nuevo nacimiento, un despertar capaz de configurar la realidad de una cultura en una expresión del reino de los cielos. Por esa razón, el Maestro de galilea nos enseño a orar diciendo: HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO,el cielo es el lugar de donde él procede, de donde proviene sus palabras, su voluntad, su vida y sólo ascendiendo a ese lugar del CRISTO que ha resucitado podemos experimentar su paz, la libertad, la vida abundante. En ese sentido es el camino que debemos recorrer para llegar al Padre que está en los cielos, no como un lugar, sino como una experiencia interior en donde la experimentación del vacío de quienes somos nos une a la intención eterna de la Fuente, Que es Dios mismo., nuestro Padre y podemos ver su rostro si conocemos de Jesús el Señor.

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