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Dios no quiere que seas bueno, sino que nazcas de nuevo

En el pasaje bíblico del encuentro entre el joven rico y Jesús de Nazareth, podemos observar una lógica espiritual concebida desde la mente que se convence que es buena, porque sus prácticas están alineadas con un conjunto de creencias y ritos de un sistema religioso que aprueba el comportamiento de aquel joven inquieto que se acerca para preguntar qué debe hacer de bueno para alcanzar la vida eterna. (Justificación por la ley)

Jesús conociendo su estado de ignorancia acerca de lo que pretende, lo invita a pasar por el ojo de la aguja y descubrir el verdadero mundo espiritual que está más allá de un sistema religioso creado y organizado por la mente que envuelve al ser humano en su ciclo de autocomplacencia inconsciente, una prueba concreta de que una persona aún no ha despertado, que no ha sido bautizada con Espíritu Santo.

El ojo de la aguja significa el proceso de transformación consciente que estamos llamados a experimentar tomados de la mano de Jesús maestro quien te ayuda a morir para que puedas encontrar tu verdadero rostro. Debe suceder en nosotros una metanoia, un cambio, una metamorfosis igual que el grano que cae en tierra y muere, es decir, una AUSENCIA de todo lo que habíamos fabricado con la mente y su poder de creación. Jesús en una ocasión les dijo a quienes lo seguían que quien deseara ser discípulo debía negarse a sí mismo, insistió en morir a ese ego construido por la mente que se ha convertido en juez y administrador absoluto de nuestras vidas, aspiraciones y bienestar. En otras palabras no puede haber nuevo nacimiento sin muerte.

Jesús de Nazareth, le propone al joven rico un proceso interior en donde debe abandonar todo aquello que durante su vida había conquistado, sus creencias acerca de la bondad, sus éxitos económicos, su ego de justicia, para luego seguirlo, tener un nuevo inicio, una nueva oportunidad; pero el hombre de cualquier época difícilmente estaría dispuesto a renunciar a todo cuanto ha fabricado con su mente, se quedaría sin nada, porque nada en lo que se autocomplace ahora ha sido creado desde la conciencia o el espíritu; todo absolutamente es producto de su ingenio, creatividad y poderes de la mente. Por esta razón, Jesús al conversar con Pilato le dijo: “mi Reino, no es de este mundo.” También les dijo a sus apóstoles: ustedes están en el mundo pero ya no son del mundo. Es decir, Jesús insta a permanecer en el mundo, pero no identificarnos con la mente que lo ha creado.

En conclusión, experimentar el nuevo nacimiento no está relacionado simplemente con un rito, sino en crear una relación que permita un conocimiento de la persona con la que me comunico (Jesús de Nazareth) para descubrir en sus palabras y en sí mismo la vida eterna. Sin embargo, escuchar exige también un proceso interno de transformación, porque de nada sirve escuchar si no se entiende y ver si no se reconoce. Por este motivo, despertar es una tarea urgente si deseamos darle a la cultura y al mismo hombre una nueva oportunidad. De lo contrario, las religiones, la escuela, la cultura, los sistemas políticos, la ciencia, etc; estarán siendo juez sempiterno de los actos humanos, todo será un esfuerzo, una disciplina y no un acto espontáneo del espíritu que obra internamente en nosotros si estamos siendo conducidos por él. Por eso Jesús enseñó: dejad que la luz que llevas dentro ilumine a todo hombre y así reconozcan al Padre que está en los cielos

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