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Dejad que tu luz brille delante de los hombres…

Este es un consejo dado directamente por Jesús, el maestro de Galilea. Nos invita a reconocernos como luz que puede ser instrumento de claridad para otros, no en un sentido obviamente de superioridad religiosa y moral porque su lenguaje está cargado del espíritu.

Por esta razón deseo compartirles que el ser humano es unidad entre mente, conciencia y espíritu. Desde estos tres niveles nos RELACIONAMOS, desde estos tres estados nos comunicamos, vemos la realidad física y cultural y entendemos los fenómenos de la historia y sus circunstancias. Cada estado es un modo de interpretación para dirigir la vida con la que hemos sido bendecidos.

En esta RELACIÓN con la FUENTE – DIOS que establecemos de forma connatural al ser humano, descubrimos que, si la establecemos con la mente, o desde la mente… hallamos a Jesús Maestro, como una figura de gran inteligencia y sabiduría, un Jesús histórico que puede ayudarnos a entender la forma de crear una vida plena y de bienestar en el mundo que la misma mente ha creado. De hecho, en las escrituras se pueden notar varios pasajes entre ellos el del joven rico y Nicodemo. En esta relación la mente ha escrito bibliotecas enteras acerca de Jesús de Nazareth, bajo estas perspectivas, esas interpretaciones subjetivas, han generado infinidad de orientaciones religiosas, volúmenes de escritos, la teología misma, etc, pero debemos avanzar al nivel de la conciencia en donde su resplandor es más fuerte y creamos un vínculo más íntimo. En este estadio de la mente donde vemos a Jesús como el maestro y profeta, recreamos todo a través del rito, el culto, las imágenes, lo simbólico, las instituciones, todo ello, porque es lo que la mente puede entender, es la forma como la mente se educa a sí misma sobre la existencia real de lo trascendente. Por esta razón, las discusiones que surgen entre interpretaciones de la forma como se percibe con la mente la realidad de Jesús, crea divisiones, guerras, dolor, separación, discriminación y absolutismos religiosos. Los discípulos en una ocasión se le acercaron a Jesús y le dijeron: “hay uno que expulsa demonios y sana y predica en tu Nombre, pero no es de los nuestros”.Ves, los discípulos llaman a Jesús Maestro, porque están viendo desde la mente, luego se quejan diciendo que uno que no es de ellos expulsa demonios, sana y predica en su nombre. Entonces Jesús, que vive en el estadio superior, les dice, que no deben fijarse en eso, porque si no está en contra está favor y que el tiene otras ovejas que debe apacentar.

Si establecemos la relación con la FUENTE – DIOS desde la conciencia, descubrimos al Cristo, el que había de venir, el mesías. La mente puede aprender que es el Cristo, sus cualidades, manifestaciones, esencia, pero no experimentarlo. Por esta razón, aprender de memoria doctrinas acerca de Cristo, solo puede ayudarte en hacer una sustentación teórica y académica. Para sentir, experimentar y vivir al Cristo debemos hacerlo desde la conciencia que nos muestra su identidad despojada de las religiones, de las opiniones creadas por la mente, de las definiciones. Esta es una razón, por la cual las personas de su tiempo al ver a Jesús no podían ver al mesías, al Cristo, solo alcanzaron a vislumbrar el resplandor de luz al llamarlo maestro. Jesús, en una ocasión les dijo: Tienen oídos, pero no oyen y ojos, pero no ven. Para entrar en este mundo de descubrir al Cristo debemos sumergirnos en el silencio monacal, en el claustro silencioso de nuestra propia habitación y allí en lo secreto DESCUBRIRLO, ESCUCHARLO, EXPERIMENTARLO Y VIVIRLO. Así le sucedió a la mujer samaritana que sacaba agua del pozo de Jacob, al comienzo ve en Jesús al maestro, al profeta, pero luego después de entrar en mas contacto con sus palabras su realidad en la misma aldea, sabe que es el mesías.

Para continuar ascendiendo en este proceso, estamos invitados a establecer una relación con la FUENTE- DIOS, desde el mismo espíritu que se nos ha dado desde la creación cuando sopló su aliento de vida– el ruah. Descubrir a Jesús como el Hijo de Dios exige entrar en el mismo Espíritu de dios que nos hace clamar abba – Padre. Esta confesión no proviene de la mente o de la conciencia, proviene del espíritu nuestro, que unido al Espíritu de Dios clama como pedro. Tú eres el mesías, el Hijo de dios. Dicen que pedro era impulsivo, es posible, pero viendo esta respuesta puedo afirmar que era contemplativo, era capaz de ir a un estado de unión mística con la FUENTE – DIOS. Por esta razón, Jesús le dice: Bienaventurado eres Simón, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Esto es algo a lo cual la mente no tiene acceso, sólo el espíritu. Sin embargo, la mente crea volúmenes de escritos para explicarlo. Es decir que la iglesia surge como una expresión física de habernos encontrado íntimamente con Dios, en donde por el Espíritu mismo de Dios que actúa en nosotros podemos proclamar que Jesús es el Hijo de Dios. Jesús primero le dice Simón, luego lo llama pedro, una referencia a tener en cuenta. Pues ya sabemos que Simón significa el que escucha y Pedro se traduce como roca. Entonces la casa cimentada en la roca es aquel que escucha y hace la voluntad del Padre. La arena es todo lo cimentado por la mente que se encuentra al vaivén de las circunstancias, las olas, los vientos, etc. Por esa razón, no todo el que diga señor, señor, entrará en el reino de los cielos, sino aquel que ESCUCHA la voz del Padre, y avivado por el Espíritu Santo, que es el mismo Espíritu de Dios que obra en nosotros lo llamamos Padre y a Jesús hijo del Padre.

Ahora bien, ser luz del mundo entre los hombres podemos hacerlo desde los tres estados que acabo de explicar. Desde la mente podemos hacer cosas buenas, como amar a nuestros padres, convertirnos en buenos ciudadanos, profetizar en su nombre, ser misionero, no robar, etc. Todo esto nos incluye dentro del mundo físico cultural que la misma mente ha creado. Aquí desde este estado de la mente obramos conforme a las creencias, las doctrinas y podemos sentir y experimentar satisfacción al obrar correctamente, siendo solidarios, honrados, altruistas. En este espacio podemos recibir reconocimiento, ascender y ser proclamado líder, pastor, sacerdote, dirigente político, ama de casa, ingeniero, etc. Recordemos ese encuentro de Jesús y el joven rico del que pudimos hablar un poco en el anterior video, pero Jesús quiere que atravieses el ojo de la aguja, que despiertes, que nazcas de nuevo.

Cuando obramos desde la conciencia nuestro resplandor es distinto y podemos hacer cosas que contradicen la misma mente. Jesús dice que en un tiempo se enseñó ojo por ojo y diente por diente. Esa es una filosofía relacional de la mente. Sin embargo, Jesús, nos invita al plano de la conciencia y nos dice, pero yo os digo: amen a vuestros enemigos, orad por quienes os persiguen, haced el bien a quienes os odian. Si, este es el plano de la conciencia porque no está basado en el pasado, el tiempo de la ofensa sino en el ahora en lo que puedes decidir, despojado del recuerdo. Por esta razón, dice perdónalos, Padre, NO SABEN LO QUE HACEN. No saber lo que hacen es estar en estado de oscuridad, es estar dormidos, pero Jesús DESPIERTO ante la eminente muerte dice perdónalos no saben lo que hacen. La nueva filosofía de Jesús exigía otro nivel de comprensión que no está al alcance de la mente sino de la conciencia. Ser luz desde la conciencia no busca reconocimiento, aplausos, su gozo es experimentar tu nacimiento, tu despertar. En este estadio de acción, Jesús le dice a la mujer adultera VETE Y NO PEQUES MAS.Este modo de obrar no está amarrado a las tradiciones religiosas, creencias o éticas de humanismo, sino a un momento del AHORA de estar presente y reconocer el camino. Es un estado de mayor resplandor lo que te permite distinguir mejor las cosas que suceden el mundo de la mente.

Finalmente, cuando habitamos el circulo del espíritu, ese lugar secreto y de intimidad nuestra luz produce un resplandor que ilumina a todos los que están en la sala, es allí en donde ya no se puede ocultar la luz. Jesús, el Señor, nos invita en las palabras de lucas a cuidar de esa luz, nos invita avivarla, nos invita a ofrecerla a todos. Por eso, cuando somos luz, ya no somos, sino que Cristo vive en nosotros como luz. Ser luz llamándonos Luis, maría, Juana, pedro, etc, es hacer cosas buenas, estar en el nivel de la mente, pero ser luz desde el espíritu y desde la conciencia también es posible y debemos aspirar a ello, es la invitación de Jesús. Dice Juan el apóstol, que la luz vino al mundo, pero que el mundo no la reconoció. Esta situación se presenta porque estamos dormidos, sumergidos en el atractivo mundo de la mente, en donde con nuestra imaginación y creatividad hemos construido un nuevo paraíso, un nuevo cielo.

Deja tu luz brillar, no debes hacer nada, ya eres luz para el mundo.

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