Este consejo maravilloso de Jesús ante las preocupaciones nos expone claramente que el ser humano desde siempre, sin importar las condiciones externas, ha estado recurriendo a estos episodios donde la mente lo secuestra y lo somete a un estrés que no le permite tener paz interior y exterior.
Jesús, el Maestro propone un camino…
En primer lugar, en el capítulo 6 del evangelio de mateo, Jesús nos propone que la intención con la cual obramos y experimentamos las creencias religiosas es fundamental en el momento de vivir conforme al corazón del Padre. La práctica de los ritos, creencias y convicciones deben estar guiadas por la intención correcta. Existen buenos actos con la intención incorrecta, lo cual invalida espiritualmente el acto mismo. En este pasaje podemos corroborar que las expresiones del rito cultual sin una adecuada intención se convierten en acto vacío y profano. Por esta razón, es distinto la espiritualidad que la religiosidad.
“la intención es el alma de nuestros actos.”
En este sentido podemos preguntarnos: ¿Qué antecede a la intención?
Las intenciones con que obramos pueden en determinado momento generar en nosotros preocupaciones, angustia y estrés, porque nos programamos para una respuesta automática en nuestra lógica de la mente y los pensamientos. Sucede precisamente en el caso de la oración que desea ser retribuida en una relación de causa y efecto aristotélica que opera en la realidad físico- cultural. Un intercambio cuantitativo de suma y resultados. Es como cuando el novio lleva flores a su novia, pero ella no las recibe porque está enojada al discutir con su madre; entonces el novio interpreta esta situación como un rompimiento o algo parecido. Sin embargo, toda su interpretación no es otra cosa de las percepciones y el anticipo de cómo iba a reaccionar su novia al ver el ramo de flores.
En segundo lugar, el Maestro de galilea nos invita a meditar en los asuntos propios de la naturaleza y los seres vivos. Mantenernos en una actitud de observación de realidades que pueden darnos sabiduría, no información o conocimiento científico, sino sabiduría como una forma interna de comprendernos a nosotros mismos mediante la contemplación de la existencia. La fe debe ayudarnos a ver con profundidad, la fe debe conducirnos a una experiencia distinta de la vida, la fe puede proveernos de sentido presente, del ahora y no estar anclados en las premoniciones del futuro del cual proviene las preocupaciones. Observar la serenidad, el crecimiento natural y belleza de la existencia es producto de una actitud contemplativa a la cual nos invita Jesús, el Señor.
En tercer lugar, está la invitación del Maestro. Primero debes buscar el Reino de Dios… ¿Dónde debemos buscar?Pensaríamos que la respuesta obvia sería en la religión, las creencias, los conocimientos, doctrina, pero no. El Reino está en nosotros mismos, en nuestro interior, allí en lo secreto donde el Padre puede verte y tú a Él.
En el orden espiritual es primero hallar ese Reino y vivir conforme a su justicia, es decir, de acuerdo con su naturaleza, su esencia, sus principios, su verdad. Estos conceptos que acabo de mencionar no provienen de una doctrina creada por la mente para la mente, sino que son el resultado de una búsqueda interior mediante la experiencia de ir hacia dentro de nosotros mismos, en donde el Reino de Dios habita como luz que al descubrirla y encenderla en nosotros, todo el cuerpo se ilumina y entonces ya hemos despertado y las tinieblas se desvanecen ante su fuerza.
En conclusión, en el ascenso de nuestra vida espiritual las preocupaciones se desvanecen cuando cambiamos el enfoque de nuestra intención, meditamos cuidadosamente la manera como nos relacionamos con la existencia y colocamos como prioridad fundamental buscar y hallar el Reino de Dios que se encuentra en nosotros como tesoro escondido, como luz que al encenderse nos ilumina, despertando y naciendo de nuevo.
Ver: Mira las aves del cielo.